Una pila recargable es aquella cuya carga puede ser restablecida a diferencia de una pila convencional que no puede ser recargada. Aunque las pilas recargables sean capaces de recibir recarga, hay que tener en cuenta que este proceso no se puede realizar tampoco infinitas veces.

PILAS RECARGABLES COMO CONTRIBUCIÓN AL MEDIO AMBIENTE

Las pilas y baterías recargables son muchos menos contaminantes para el medio ambiente. Estos dispositivos funcionan mediante reacciones electroquímicas, que son eléctricamente reversibles, es decir: cuando la reacción discurre en un sentido sucede que sus materiales se agotan y para que sean recargados debe producirse en sentido inverso una corriente eléctrica que los regenerará.

Podemos destacar tres tipos de pilas recargables:

  1. Níquel-Cadmio (Ni-Cd): Son aquellas que tienen un efecto memoria. Es decir, los restos de carga se van quedando en la pila, ocupando sitio y reduciendo su capacidad. Suelen tener poca capacidad de carga y hay que cargarlas a menudo.
  2. Níquel-MetalHidruro (Ni-MH): Tienen un precio más elevado y no sufren de efecto memoria. Una pila de estas características equivale a 100 de las convencionales.
  3. LitioIón (LiIon): Son las que más capacidad tienen. Podemos encontrarlas por ejemplo en móviles, ordenadores e incluso en vehículos eléctricos. Además, tampoco tienen efecto memoria.

Hoy en día, en nuestro hogar, por ejemplo, tenemos multitud de dispositivos que funcionan con pilas como por ejemplo mandos, relojes, teléfonos inalámbricos… sustituyendo las pilas convencionales por las recargables estaremos generando muchos menos residuos ya que las podemos recargar en algunos casos hasta 300 veces.

El uso de este tipo de dispositivos ayuda a reducir materiales y energía empleada para fabricar cientos de modelos de una sola carga. Además, una pila convencional necesita 50 veces más energía en su fabricación mientras que de una recargable podemos obtener unas 2.500 veces más de energía.

¿Cuáles son otras de las ventajas que podemos destacar?

Son económicas, aunque el precio inicial sea más elevado que las pilas convencionales, estas se amortizan rápidamente.

Son fáciles de usar, ya que cuando se nos gastan solo tenemos que volver a cargarlas para usarlas de nuevo sin necesidad de desplazarnos a comprar una nueva.

Emiten 28 veces menos gases de efecto invernadero.

Las pilas recargables son una buena opción si queremos proteger al medio ambiente. Además, si las mantenemos en condiciones óptimas podremos aprovechar al máximo su potencial.